En medio del campo verde y el sonriente sol un hombre está acostado contemplando el cielo, siente cómo el viento acaricia su piel y cierra los ojos sólo para sentirlo.
En seguida una margarita le toca su pierna, lo saluda, le da la bienvenida y le habla de sus tíos los cucarrones, que la hacen reír haciéndole cosquillas cerquita al tallo, de sus primas las rosas, que tienen un genio espinoso y del calor que está haciendo últimamente. También le cuenta de sus cercanos encuentros con la muerte, cuando unas botas La Machita la pisaron y un día que un grillo casi se la come.
El hombre quiso compartir igualmente sus historias, ya que tenía una excelente conversadora delante de sí. Así que le habló de su esposa, sus hijos, su trabajo (tan estresante), el cuidado que le tenía que brindar a su madre, las deudas que lo agobiaban y sus sueños.
La margarita lo esuchó atentamente y asentía con sus pétalos. Claro que ella no entendía muy bien cuál era exactamente el problema del hombre... qué va a saber una flor de los problemas de un humano moderno.
"Estoy aquí siempre, ven cuando quieras, acuéstate en mí y sólo relájate".
Las gotas de lluvia que caían en la cara del hombre lo despertaron, él se levantó rápidamente para no mojarse y se fue para su casa. En el camino y mientras daba cada paso iba pensando en cuándo iba a volver a ese lugar.
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